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2012
PRACTICAR LA RESPONSABILIDAD
CONDUCTA: PRACTICAR LA RESPONSABILIDAD
Esta conducta consiste en practicar la responsabilidad. La razón por la que la clarificación de expectativas precede a esta conducta es que se puede practicar la responsabilidad mucho mejor cuando se han clarificado antes las expectativas. Resulta difícil que alguien mantenga la responsabilidad si no tiene claras las expectativas.
Sin duda, esta conducta ejerce un impacto significativo en la confianza. En una encuesta realizada por Golin/Harris en 2002, “asumir la responsabilidad y cumplirla” se situó como el segundo factor más importante para crear confianza. Price-WaterhouseCoopers menciona una “cultura de la responsabilidad máxima” como una de las tres claves para fomentar la confianza pública.
Esta práctica de la responsabilidad máxima presenta dos dimensiones básicas. La primera consiste en mantenerse responsable; la segunda, en mantener responsables a los demás. Los líderes que generan confianza hacen las dos cosas.
La responsabilidad máxima fomenta una confianza extraordinaria en la cultura cuando las personas se sienten seguras sabiendo que todos van a cumplir ciertas normas básicas. Cuando los líderes no mantienen la responsabilidad de sus empleados, ocurre lo contrario. La gente cree que es injusto: “Mira lo que ha hecho… ¡y se ha salido con la suya!”. Se crea una sensación de decepción, de injusticia y de inseguridad. Lo vemos muy a menudo en familias donde la disciplina no es consistente, donde uno de los progenitores exige responsabilidad a un hijo y no a otro, o donde se pide responsabilidad a un niño en unas situaciones y no en otras.
Con el permiso de mi hijo, me gustaría compartir una historia personal sobre este comportamiento. Cuando Stephen cumplió dieciséis años, se sacó el permiso de conducir. Jeri y yo nos sentamos con él y le dijimos: “Muy bien, si quieres conducir, existen ciertas normas y responsabilidades de las que tenemos que hablar”. Redactamos un “contrato” de una página con todas las normas que se puedan imaginar (conducir de manera segura, utilizar los cinturones de seguridad, respetar las normas, etc.). También le dijimos que para conservar su derecho a conducir tenía que hacer otras cosas, incluyendo cumplir con sus responsabilidades en casa y sacar buenas notas.
Cuando no hacía ni un mes que Stephen conducía, su equipo de fútbol fue eliminado en las finales. Todos estaban muy decepcionados. Stephen y dos de sus amigos salieron con el coche. En torno a las doce de la noche, recibimos una llamada de la policía. Habían parado a Stephen por conducir demasiado deprisa.., muy deprisa. No había bebido ni nada parecido, pero la infracción bastaba para que la policía se viese obligada a llamar a casa. Le dije al agente que iba a buscar a mi hijo. Jeri me acompañó para conducir el otro coche hasta casa.
Jeri y yo habíamos sido claros con Stephen sobre las expectativas: “Si no respetas las normas, perderás el privilegio de conducir”, Ahora era cuestión de hacer que se responsabilizase de la situación, y no era fácil, como sabrá cualquier padre de un adolescente. Nos dimos cuenta de que la vida era mucho más sencilla ahora que Stephen disponía de su propio medio de transporte y colaboraba de vez en cuando en algún recado. Si manteníamos el acuerdo, vamos a perder todos esos beneficios. Además, sentía un poco de lástima por él. Sólo tenía dieciséis años. La multa era enorme. ¿Cómo iba a pagarla? ¿Qué iba a significar este episodio para su reputación y su relación con sus amigos? ¿Y para su relación con nosotros?
Entendí que, en realidad, no teníamos opción. Stephen tenía que responsabilizarse hasta las últimas consecuencias. Y nosotros teníamos que hacer que cumpliese con esa responsabilidad. Si no, ¿cómo iba a sentir que podía confiar en nosotros? ¿Y cómo lográbamos que nuestros otros hijos confiasen también en nosotros? Sin duda, esta cuestión no sólo afectaba a Stephen, sino a toda la familia.
Al final, Stephen pagó la multa. Le costó 555 dólares, casi todos sus ahorros de su trabajo de verano. Aunque las autoridades no le retiraron el permiso de conducir, lo hicimos nosotros (no para siempre, sino durante los meses que acordamos). Fue durísimo para él, pero aprendió una lección. Desde entonces es un conductor modélico. De hecho, se ha ganado fama de conductor prudente entre sus amigos. Cuando éstos van a salir y sus padres les dicen que tengan cuidado, los chicos siempre contestan medio en broma: “No os preocupéis: ¡vamos con Covey!”. Y eso es sinónimo de respetar los límites de velocidad, llevar puestos los cinturones y obedecer las normas.
“El Factor Confianza”, escrito por Stephen Covey Jr.
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"CONTIGO MISMO I. Lo que te diría si estuvieras aquí, conmigo" (EDITADO EN ESPAÑA) Recopilación artículos publicados en el Blog Contigomismo (2008)
"EL PLAN DE MARKETING FEMENINO" (1997) (EDITADO EN ESPAÑA) Libro en tono de humor -pero con mensaje- sobre las relaciones de pareja.
- "CONTIGOMISMO II. Confesiones de un aprendiz de gato" (EDITADO EN ESPAÑA) Recopilación de artículos publicados en el blog Contigomismo (2009)