OTOÑO PARA PASEAR…INTERIORMENTE (y II)

Escrito por Miguel Benavent de B.    Sin comentarios

Continuación…

El otoño invita al recogimiento, a la intimidad, a cobijarse del frío, cuando llega. La tarde acortándose, día a día. El fresco azulado de la tarde-noche que resalta la luz ocre y amarilla que sale por las ventanas de esa vivienda centenaria, escondida en el bosque. Por sus muros de piedra, la hiedra se torna amarillenta, cuando no, rojiza. Los pasos del caminante que suenan en el silencio del bosque, mientras las ramas secas del camino se resquebrajan a su paso. Tiempo de silencio, de soñar, de paz interior, de recordar lo vivido… y compartirlo o silenciarlo. Amarillas hojas otoñales que conmueven el corazón, como ese libro viejo que descansa en la librería desde siempre…

Tiempo de ausencias y de presencias, todas ellas poderosas e intensas. De humo sereno que sale por la chimenea de piedra, fundiéndose con la niebla baja, volatilizando recuerdos y tiempos pasados que no volverán… si no renacen y se viven algún día como nuevos. Sobremesas con copa de vino tinto y queso de oveja, mientras miras absorto la llama en la chimenea que baila creando sombras en las paredes, mientras el Alma danza en silencio… Y en la sencillez de su silueta, se dibuja la esencia de lo que en realidad somos y sentimos, sin accesorios, sin caretas… Tiempo de otoño para compartir todo aquello que vivimos interiormente, aprendiendo a olvidar lo que un día fuimos y nunca más seremos… hasta que llegue esa eterna Primavera del Alma que nos devuelva color y la calidez perenne del corazón, desde dentro, día a día… aunque fuera sea otoño o invierno y a nuestro alrededor solo haya ocres, rojos y dorados y el frío invada el ambiente y el corazón!