¿SON IGNORANTES NUESTROS HIJOS? (I)

Escrito por Miguel Benavent de B.    Sin comentarios

Está muy bien quererse a uno mismo. Es más, es algo necesario! Si no te quieres a ti mismo, dificilmente podrás querer a alguien más. Más que nada porque, cuando uno ama, desea lo mejor para el ser amado! Y lo mejor pasa por ser tú mismo parte de eso mejor que le deseas! ¿Fácil de entender, no es así? Hasta un niño pequeño lo entendería…

La vida es simple y contundente en su firmeza. Somos nosotros los mayores los que la hacemos compleja con nuestras decisiones amparadas en el pasado vivido, en nuestra mente transgiversada y miedosa o condicionada por un posible futuro que ni siquiera sabemos si llegará! Mira si no a un niño pequeño, que no posee una imagen concreta de sí mismo y que vive las cosas tal y como llegan, sin una idea preconcebida de cómo deberían ser, aunque en su caso sea por pura ignorancia! ¿Ignorancia, he dicho? Me río!

¿Quién está más cerca de la verdad de la vida, un niño o nosotros los adultos, que tenemos la pretensión de saberlo todo y de dominar nuestra vida? Si antes de decidir algo importante en nuestra vida tuviéramos la valentía y la honestidad de preguntarle por ello a nuestro hijo, ¿coincidiría él con nuestras decisiones o nos llevaría la contraria, dándonos soluciones simples a lo que a nosotros nos preocupa? ¿Por qué no lo hacemos, tal vez por miedo a que nuestro hijo nos demuestre que sabe más que nosotros sobre la vida y cómo vivirla realmente? ¿No será que los niños tienen más corazón, mientras nosotros los adultos tenemos ya solo razón?

Seguirá…